significadode tpa

Significado de TPA Trastorno antisocial de la personalidad

El trastorno de la personalidad antisocial (TPA) es una enfermedad mental que afecta a individuos que tienen dificultades para seguir las normas sociales, como las leyes y los derechos de los demás. Aunque suele manifestarse a partir de los 15 años, se cree que sus síntomas y características se desarrollan durante la adolescencia. Si se observan signos similares antes de los 15 años, pero menos marcados, se considera como trastorno disocial de la personalidad.

Concepto en evaluación psicológica forense desde la perspectiva de la EPF

Inatención y violación de derechos desde los quince años

Si deseamos comprobar si alguien tiene este trastorno, podemos realizar una PCL-R (evaluación de la psicopatía de Hare), en la cual se evaluarán al menos tres de los siguientes aspectos:

Influencias que inciden en el comportamiento antisocial de menores y jóvenes

Durante la etapa de desarrollo, es común observar tendencias de evitación o aislamiento, en lugar de conductas extensivas. Sin embargo, cuando estas conductas persisten y afectan el comportamiento y funcionamiento del niño, es preciso tomar medidas concretas. En estos casos, la intervención de evaluaciones clínicas resulta imprescindible.[cita requerida]

Existen varios factores que contribuyen a los trastornos de conducta y que, en gran medida, moldean la conducta social de los niños y adolescentes. Entre ellos, destacan el entorno familiar, las condiciones ambientales y el uso de medios tecnológicos. Es importante tener en cuenta estos aspectos, ya que pueden incidir de forma significativa en la aparición de conductas antisociales.

Se ha demostrado que el entorno familiar en el que se desarrolla el niño influye de manera determinante en su conducta. Principalmente, la relación entre los padres y su comportamiento ejerce una gran influencia en el niño. El consumo de sustancias nocivas, como el alcohol, el abuso de drogas o incluso la infidelidad, pueden desencadenar conductas delictivas en los hijos.

Además, las condiciones ambientales en las que vive el niño también pueden ser un factor de riesgo para su conducta. Un hogar inestable o un entorno poco seguro contribuyen a la aparición de comportamientos antisociales en el menor. Es importante tener en cuenta estos factores y propiciar un ambiente favorable para el sano desarrollo del niño.

Por último, el uso de las nuevas tecnologías, como los videojuegos, también puede afectar la conducta de los niños y adolescentes. Aunque para muchos son una forma de evasión y control del estrés y la ansiedad, es importante supervisar y limitar su uso, ya que pueden generar efectos beneficiosos y perjudiciales al mismo tiempo. Por ello, es fundamental tener un equilibrio en su uso y fomentar otras actividades que contribuyan al desarrollo saludable del menor.

Perfil de la conducta delictiva Rasgos distintivoseditar

En base al marco de pruebas de conductas observadas en el individuo, se puede evaluar su nivel. Según la investigación llevada a cabo por Kazdin y Buela-Casal, existen pruebas fundamentales que sirven como guía para identificar posibles trastornos de personalidad en el individuo. Una de ellas es la frecuencia e intensidad de las conductas. Las acciones antisociales suelen presentar conductas de "baja frecuencia y alta intensidad" (Kazdin y Buela-Casal, 1994), cuya gravedad se define por el impacto elevado de dicha conducta en el desarrollo normal del individuo.

Otra característica a tener en cuenta es la repetición, persistencia y magnitud de la conducta en el individuo, elementos que, según los estudios realizados por los mencionados autores, sirven como indicadores para establecer niveles de conducta antisocial. Por ejemplo, la conducta de aislamiento puede pasar desapercibida para los demás, pero su duración, es decir, la extensión de la misma junto con los comportamientos mencionados anteriormente, implica un alto valor. [cita requerida]

Por consiguiente, en dichos estudios se combinan las características presentes con el proceso de determinación de índices clínicos de conducta antisocial. Esto significa que, según las investigaciones, los niños que presenten todos estos manifestaciones como gravedad en su conducta, frecuencia y variaciones, no deben ser considerados para un tratamiento clínico, ya que su identificación de la conducta está en consonancia con su desarrollo normal. [2]​

Síntomas y síndrome antisocialeditar

El Trastorno de Personalidad Antisocial (TPA) es más común en hombres que en mujeres, pero en realidad no hay barreras para padecerlo. No hay requisitos de edad específicos para ser diagnosticado, aunque es más probable detectarlo en personas mayores de 18 años. Sin embargo, desde los 15 años pueden surgir ciertos síntomas que pueden ayudar a un diagnóstico preciso. Estos datos están respaldados por investigaciones médicas fiables.[cita requerida]

Entre los rasgos más característicos del TPA se incluyen la falta de empatía y remordimiento, la percepción distorsionada de la autoestima y un constante deseo de experimentar nuevas sensaciones, que pueden llegar a ser extremadamente peligrosas. Además, suele haber una deshumanización de la víctima y una falta de preocupación por las consecuencias de las acciones. Otras características comunes incluyen el egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, la impulsividad y la búsqueda de sensaciones de control y poder. En algunos casos, el TPA puede estar relacionado con trastornos como los ataques de pánico o la esquizofrenia.[3]​

Entre los síntomas más comunes de la conducta antisocial se encuentra el síndrome de aislamiento. Esta afección, también conocida como huida o evitación, se caracteriza por la tendencia a evitar las relaciones y el contacto con la sociedad y su entorno. Se manifiesta en la conducta reservada e introvertida de la persona, que se siente aislada en su propia comunidad.[cita requerida]

Tratamientoeditar

Las personas que padecen trastorno de personalidad antisocial no suelen aceptar fácilmente que tienen un problema que requiere tratamiento (egosintonía). Por tanto, es fundamental que haya un estímulo externo que les ayude a reconocer su condición. Esta toma de conciencia puede provenir tanto de la familia como de la justicia, que pueda ordenar un tratamiento para prevenir problemas futuros.[cita requerida]

En ciertos casos, el trastorno puede empeorar, especialmente si la persona tiene un historial de consumo de drogas. Sin embargo, existen diferentes tipos de terapia que pueden ayudar a aliviar los síntomas. Por ejemplo, la terapia grupal es una herramienta útil para enseñar a la persona a interactuar con los demás sin recurrir a la violencia o el desprecio. La terapia cognitivo-conductual y la de modificación pueden ser eficaces para cambiar los patrones problemáticos de pensamiento y fomentar comportamientos positivos en sociedad.[cita requerida]

En el ámbito psiquiátrico, se pueden recetar medicamentos para tratar síntomas específicos, como la agresividad y la irritabilidad. Los medicamentos antipsicóticos han demostrado ser efectivos en el tratamiento del trastorno. Aunque se considera una enfermedad crónica, algunos síntomas, como el comportamiento delictivo, pueden mejorar gradualmente con el tiempo y un tratamiento adecuado.[cita requerida]

Exploración y reconocimiento de la conducta Conceptos esenciales

Estudios de la conducta antisocial:

Según investigaciones, se ha constatado la dificultad de detectar este trastorno. A menudo, se ha pasado por alto la identificación de estas conductas debido a la falta de atención de agentes externos, como educadores o familiares.

Para reconocer este trastorno, es necesario trabajar en ciertos aspectos. En primer lugar, se debe comparar la conducta antisocial con la conducta normal, ya que ésta puede manifestarse incluso en el desarrollo típico (también teniendo en cuenta la variación de género). Además, es importante destacar que altos índices de conducta antisocial en niños y adolescentes pueden formar parte de un patrón de cambio normal en su vida. Como ejemplo, Achenbach y Edelbrock (1981) descubrieron que menores de 4 a 16 años presentaban altos niveles (entre un 20-50 por 100) de conductas antisociales específicas.

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